15 de mayo de 2014

El hueco

 (Foto de la red)

Aquí, entre  mi cabeza y mi ombligo,
habita la tristeza de la nada,
amarga y enquistada en el silencio.



Extrañamente tiene sus raíces
aferradas a mí desde hace años
pero supo pasar inadvertida.



Fue por casualidad aquel encuentro
en el que las palabras no fluían
y el calor del amor estaba ausente.



Después ya nunca más pude evitarlo:
obsesa compulsión de recrearme
mirando mi vacío en el espejo.



No hubo prenda eficaz que fuera abrigo
del frío de la lluvia con cristales
entrándome por todas las rendijas.



Inquieta e incapaz de dar sentido
al collar de las horas en mi vida,
me acurruqué en el sueño de quererte.



Y a veces sigo ciega y aún lo niego:
creo que fue mentira ese momento
en el que aquella bala me hizo daño.