( Imagen tomada de la red)
Caía la tarde en su rostro.
La niña mujer se fundía
con el ocaso inquieto;
los ojos azules
más bonitos del mundo
convertidos en hielo.
Quince años y un niño
asesinado en su espalda.
No sabía llorar, solo explotar
su rabia contra las puertas.
Ahora, a salvo de todos
menos de sí misma,
no consigue reír
nunca desde dentro.
No olvida a su padre
cogiendo aquel cuerpo
aún caliente y diminuto,
desapareciendo oscuro
y despiadado hacia la calle.
Lo importante eres tú
- le decía sin una mueca-
poder seguir vendiendo
tu cuerpo de diosa
para poder comer;
ya sabes que en casa
nos haces falta.
En la mirada dura dice
comerse el mundo;
pero es sólo un disfraz
para que el mundo
no se la coma a ella.
( Poemario: " Grandes huellas en pies pequeños")