28 de febrero de 2020

Leerte

                                                                                 ( imagen tomada de la red) 


Leerte las manos, el tacto, los ojos,
la cintura, el pelo, la piel, la mirada,
las yemas de los dedos, los fríos labios,
la sonrisa, el firmamento de tu espalda.

Leerte la música que tocas al piano,
leerte la que escuchas, la que evitas,
los movimientos que haces cuando andas,
la quietud de tus pasos en la sombra.


Leerte y sorprender tu libro en blanco.
Miedo a escribir renglones imprecisos
que tengan un final inesperado.
Creer en un final que sea comienzo.



Leerte y olvidar lo que he leído,
leerte y hacerte nido en mi memoria,
saltar algún capítulo sin duda,
anticipar epílogos, diálogos.



Leerte del derecho y del revés,
con furia arrancar páginas manchadas
hacer anotaciones, corazones
al margen de tu libro inexplorado.



Leerte hacia fuera o hacia adentro,
saciar la sed de letras y de vida,
beber de tus palabras y embriagarme,
darte a beber mi verso, desnudarme.



Eso es -en parte- amar: leer (leerte)
y abrirme para que tu amor me lea.


(Poemario: "Amar tiene cuatro letras y muchos puntos suspensivos...")