2 de octubre de 2016

El timo

( Foto de la red)

Me azuza la punzada en el estómago,
la viva puñalada del traidor
clavándose con fuerza por la espalda.

Me rugen las verdades en las tripas
como leonas fieras e implacables
que sólo callarán cuando se sacien.

De pronto en el castillo ya no habita
aquel príncipe azul que prometía
amar hasta más lejos de la muerte,

ni encuentro esa mirada que envolvía
cualquier instante triste con un beso
haciendo de mi vida un paraíso.

En su lugar hay alguien que no habla,
que esconde tras las uñas sus derrotas,
que juega a ser -de pronto -un alma libre.

Hay un desconocido que desciende
por el balcón lejano cada noche
y huele a dentellada cuando vuelve.

He sido -como tantos- estafada:
me vendieron amor sin dar factura
y ahora ya no puedo reclamarlo.
 
 
( Poemario: "Bolsillos que dejan caer las cosas")